¿Por qué la prima ESG en bonos soberanos importa tanto?

En el mundo de las finanzas globales se está fraguando una revolución silenciosa: los inversionistas ya no solo evalúan la solvencia tradicional (PIB, deuda, déficit) de los emisores soberanos o municipales. Ahora observan con lupa los puntajes ESG (Environmental, Social, Governance). Y pagan una prima por ellos. Un claro reflejo se encuentra en el reciente estudio de Wharton: en el mercado municipal de EE.UU., de $4 billones, los bonos que cuentan con puntuación ESG verificable se cotizan a precios más altos y, por eso, los emisores tienen menor costo de endeudamiento. 

El hallazgo central

El informe señala que incluso cuando los bonos no están etiquetados como “green” o “social”, el simple hecho de que tengan un score ESG produce una mejora en su valoración por parte del mercado. Aunque el estudio no revela un número único para todos los emisores, recoge que los diferenciales de rendimiento se reducen de forma consistente para los emisores con mayor transparencia en ESG. En otras palabras: los mercados descuentan un riesgo menor para esos emisores, y por tanto aceptan un rendimiento más bajo —es decir, un costo más barato para el emisor.

¿Por qué pasa esto? Tres grandes razones

  1. Menor riesgo de gobernanza, litigios y reputacional: Un puntaje ESG elevado señala que el emisor tiene mejores prácticas de gobierno, menor corrupción, mayor transparencia, lo que hace que los inversionistas descuenten un riesgo país más bajo.

  2. Alineamiento con grandes flujos de capital responsable: Fondos institucionales, fondos de pensiones y bancos europeos muestran un sesgo creciente hacia activos con buen desempeño ESG. Quieren poner dinero donde “la sostenibilidad” no es solo palabra. Por tanto, los emisores que se alinean captan esa demanda extra. 

  3. Ventaja en el marco regulatorio y de reputación global: En un entorno donde los reguladores (especialmente en Europa) exigen mayor divulgación de criterios ESG, los emisores adelantados se posicionan mejor. Eso da ventaja competitiva en los mercados globales de capital.

¿Qué lecciones para América Latina?

Para un país latinoamericano que emite deuda —ya sea nacional, subnacional o municipal— este movimiento no es accesorio: es estratégico. Aquí tres lecciones clave:

a) Transformar su narrativa desde solvencia hacia sostenibilidad

Hasta hace poco, un ministerio de hacienda en América Latina pensaba: “¿Cuál es mi calificación crediticia? ¿Cuál es mi ratio deuda/PIB?” Hoy también debe preguntar: ¿Cuál es mi puntaje ESG, mi transparencia, mis procesos de gobierno, mi alineamiento con destinos de capital europeo que buscan sostenibilidad?
Los países que puedan exhibir datos ESG sólidos, certificaciones, divulgación clara y marcos de gobierno sólidos, podrán obtener tasas de endeudamiento más bajas, liberar recursos para inversión pública y mejorar su perfil internacional.

b) Inversión en procesos, no solo resultados

Un buen puntaje ESG (evaluación hecha por terceros) no se logra de un día para otro. Requiere estructuras: divulgación pública, auditorías independientes, sistemas de gobernanza, políticas ambientales, inclusión social, etc. América Latina debe pasar de la lógica de “grandes infraestructuras” al de “procesos que generan confianza”. Esto también se interrelaciona con la atracción de IED: los mismos criterios que bajan el costo de la deuda, elevan la calidad de los proyectos de inversión extranjera.

c) Capitalizar la prima ESG como ventaja de costo-país

Si un gobierno consigue emitir con menor tasa gracias al buen perfil ESG, ese diferencial puede reinvertirse en infraestructura, educación, innovación o capital humano. Eso mejora la competitividad, reduce el costo-país y, de hecho, hace al país más atractivo como destino de IED. Una buena calificación ESG deviene en ventaja competitiva global.

El llamado disruptivo: más allá del dólar y el empleo

Así lo resumo: algunos gobiernos siguen viendo la IED o la deuda como “dinero que entra”. Pero el dinero ya no llega solo por montones: llega si hay ecosistema, transparencia, gobernanza, reputación. Lo mismo aplica a los bonos soberanos. El capital global exige más que incentivos fiscales; exige credibilidad ESG.

Para América Latina, ese cambio de paradigma significa que apostar por reducir un punto de tasa en una emisión soberana es tan importante como ganar un gran contrato de inversión. Porque el ahorro del costo de deuda se convierte en mayor margen para infraestructura, educación o innovación. Y esos son los activos que construyen un país de futuro.

¿Qué pueden hacer los gobiernos latinoamericanos?

  1. Publicar una hoja de ruta clara de ESG nacional: indicadores, objetivos, informes periódicos, auditorías.

  2. Vincular la gestión de deuda con cumplimiento ESG: nuevos instrumentos como sustainability-linked sovereign bonds ya lo permiten. 

  3. Articular deuda + IED + ESG: si el país mejora ESG, baja costo de deuda, atrae IED de calidad y mejora productividad. Cadena virtuosa.

  4. Fomentar mercados de bonos verdes/regionales: mercados municipales, subnacionales que emitan con estándar ESG y capten capital internacional.

  5. Transparencia real, no solo marketing: los estudios muestran divergencia (ratings gap) en ESG. Si la credibilidad falla, el “premium” se desvanece.

Conclusión

En el mercado global de capitales, la sostenibilidad ya no es solo un adorno: es un factor material de costo-capital, riesgo y atractivo de inversión. Los países latinoamericanos tienen una ventana de oportunidad: mientras muchos siguen usando el viejo guion (incentivos fiscales, grandes macroproyectos), los inversionistas se preguntan por gobernanza, transparencia, riesgo climático, derechos sociales. Y están dispuestos a pagar por ello. Esto es otra forma de poner en evidencia mi visión: no basta con hablar de “millones de dólares de IED” o “empleos creados”. Hay que hablar de calidad de inversión, de impacto real, de ecosistema de gobernanza, de prima ESG. Los que lo comprendan primero, ganarán.

Porque al final del día, en finanzas soberanas y municipales, no solo estás pidiendo prestado: estás pidiendo confianza. Y esa confianza se construye con transparencia, gobernanza, sostenibilidad y con un sello inconfundible de luz clara en tiempos de oscuridad.

Sandro Zolezzi

Chileno-Costarricense. Ingeniero Civil-Industrial con énfasis en optimización de recursos de la Universidad de Chile, con una Maestría en Administración de Negocios con énfasis en economía y finanzas del INCAE Business School de Costa Rica.

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