Inversión en inteligencia artificial, comercio global y el desafío latinoamericano

La inversión en inteligencia artificial (IA) se ha convertido en una de las fuerzas estructurales clave que están redibujando el mapa del comercio y del crecimiento económico global. Más allá del hardware, los algoritmos y los centros de datos, estamos ante un cambio de paradigma: la IA está transformando cómo se produce, cómo se comercia, qué se exporta y qué se queda dentro de los países. Para América Latina, la pregunta no es únicamente ¿vamos a invertir en IA?, sino ¿cómo vamos a posicionarnos para no quedarnos fuera del nuevo juego global?

Alcance y magnitud de la inversión en IA

La magnitud de la inversión ya es formidable. Según datos recientes de fDi Intelligence, aunque las cifras varían, la industria de IA nativa —empresas que desarrollan modelos de IA de vanguardia— capturó cerca del 80% del financiamiento de capital riesgo (VC) en 2023-24, con Silicon Valley, Beijing y París como principales receptores.
El World Economic Forum estima que la IA podría elevar el PIB global en hasta 7% en la próxima década. Asimismo, proyecciones de la OCDE sugieren que la IA puede reducir costos de comercio y agilizar logística de manera radical.
Este volumen y concentración de capital implican que la IA no es solo una tecnología más, sino un nuevo factor de localización, ventaja económica y ventaja competitiva.

Transmisión de IA a la economía real y al comercio

¿Cómo se traduce esta inversión en IA en efectos concretos para el comercio y la economía?

  • Productividad y crecimiento: La IA acelera la tasa de crecimiento de la productividad total de los factores (PTF), lo que potencia la capacidad exportadora. Un estudio de Brookings señala que la IA probablemente intensificará la transición hacia economías de servicios. 

  • Costos de comercio: El informe de la World Trade Organization (WTO) de 2024/25 registra que la IA puede reducir costos de transporte, optimizar aduanas y facilitar cumplimiento regulatorio, lo que podría incrementar el comercio global hasta 40% hacia 2040. 

  • Relocalización y restructuración de cadenas globales: Con IA, las empresas reevalúan dónde localizar centros de datos, hubs de servicios y operaciones internacionales. Un estudio de fDi Intelligence documenta que la IA ya está influyendo en decisiones de inversión extranjera directa (IED): desde 2016 se registraron 778 proyectos de IA-R&D por valor aproximado de $26,8 mil millones.
    Esto significa que los países que quieran integrarse en la economía global deben ofrecer no solo incentivos tradicionales, sino infraestructura digital, talento especializado y acceso a datos y capital de IA.

Cambio de roles en el comercio: del bien físico al dato y al servicio inteligente

La inversión en IA está cambiando qué se exporta:

  • Ya no se trata solo de bienes físicos o servicios maquilados; el dato, el modelo, la solución inteligente son componentes clave de exportación.

  • Las economías que lideran la IA exportan capacidades cognitivas, no solo productos. Esto favorece a servicios basados en conocimiento, plataformas analíticas y modelos de negocio globales.

  • Esto redefine la ventaja comparativa. Mientras países con bajos costos laborales han competido por manufactura, la IA eleva la barrera de entrada y favorece roles como centros de desarrollo de IA, hubs regionales de datos o proveedores globales de “AI-as-a-service”.

Para un país latinoamericano que aspire a la relevancia global, la adopción de IA representa una oportunidad de salto estructural: cambiar de competir por costo, a competir por conocimiento y datos.

¿Qué significa esto para América Latina? Retos y oportunidades

América Latina se encuentra en una encrucijada.
Oportunidades:

  • Países pequeños o medianos pueden saltar etapas. Una inversión modesta en IA bien focalizada puede crear un hub con relevancia global. Un estudio reciente sugiere que regiones emergentes podrían capturar flujos de IED vinculados a IA si mejora infraestructura digital. 

  • La IA puede facilitar la inclusión en el comercio mundial reduciendo barreras para pequeñas empresas exportadoras, según la WTO

Retos estructurales:

  • Infraestructura digital desigual. Muchas economías latinoamericanas todavía presentan brechas en acceso de banda ancha, centros de datos, conectividad que limitan la adopción de IA.

  • Talento escaso. Las estadísticas muestran que la mayoría de los capitales de IA se concentran en tres ecosistemas globales. América Latina está lejos de esa concentración. 

  • Marco regulatorio, ética, datos y gobernanza. La IA plantea riesgos mayores de desigualdad, vigilancia y disrupción laboral. Sin una política pública madura, los beneficios pueden concentrarse en pocos actores. 

  • Medición de impacto. Como muchas tecnologías digitales, la adopción de IA es difícil de medir correctamente en estadísticas macroeconómicas, lo que complica el diseño de políticas. 

Qué debe hacer América Latina para no quedarse fuera

Para los países latinoamericanos que quieren participar activamente en la economía global de la IA y el comercio, propongo cuatro ejes estratégicos:

  1. Infraestructura digital de clase mundial: No solo fibra y conectividad, sino centros de datos, ecosistemas de IA, acceso a GPUs, nube soberana.

  2. Talento especializado y marcos de exportación de conocimiento: Programas de formación avanzada, hubs universitarios y alianzas con empresas globales de IA.

  3. Marco regulatorio y gobernanza de datos que inspire confianza internacional: Protección de datos, ética de IA, interoperabilidad transfronteriza, propiedad intelectual.

  4. Promoción de exportaciones de IA y servicios inteligentes: Los países deben posicionarse como plataformas de IA + exportación. No basta atraer un centro de datos; se trata de atraer operaciones globales que exporten soluciones. Esto requiere incentivos diferenciados, agravación de métricas de valor agregado (no solo empleo o inversión), y articulación con exportación de servicios modernos.

Con ello América Latina podría aprovechar su cercanía a EE.UU. y Europa, su diversidad cultural, recursos humanos y proximidad horaria para alojar centros de IA regionales que sirvan al mundo. Pero para lograrlo, no basta con esperar la ola; hay que construir el muelle.

Predicciones orientadas para la región

  • A horizonte 2040, la IA puede incrementar el comercio global entre 30% y 40% y elevar el PIB global 12-13% si los países adoptan adecuadamente. 

  • Si América Latina reduce a la mitad su brecha digital frente a los países líderes, puede captar una porción mayor del comercio impulsado por IA. De lo contrario, puede quedar relegada a ser consumidora de soluciones de IA, y no productora.

  • En término de IED, los proyectos de IA se concentrarán, pero la segunda ola podría distribuirse. Países latinoamericanos que actúen rápido podrían convertirse en ubicaciones secundarias estratégicas (nearshoring de IA) para EE.UU. y Europa.

  • Los países que midan correctamente el valor de sus inversiones en IA (con nuevos KPIs: conocimiento exportado, datos procesados, soluciones globales generadas) capturarán mayor IED, versus los que siguen midiendo solo dólares invertidos.

Conclusión

La inversión en IA ya no es una promesa futura: está remodelando el comercio mundial y la estructura misma del crecimiento económico. Para América Latina, el riesgo no es la IA en sí, sino quedarse fuera del nuevo orden que ella genera.
El verdadero diferencial no estará solo en costear banda ancha o reducir aranceles. Estará en construir ecosistemas de exportación de conocimiento inteligente, atraer IED que exporte datos y soluciones, y transformar la IA en un activo nacional de competitividad global.

La región tiene todas las cartas para sumarse, pero debe jugar bien: desplegar infraestructura, formar talento, atraer capital desde una lógica de valor agregado, y medir resultados más allá del empleo o el CAPEX. La economía de mañana no solo moverá bienes, moverá datos, algoritmos y decisiones. Y América Latina puede decidir si es espectadora o protagonista de esa era.

Sandro Zolezzi

Chileno-Costarricense. Ingeniero Civil-Industrial con énfasis en optimización de recursos de la Universidad de Chile, con una Maestría en Administración de Negocios con énfasis en economía y finanzas del INCAE Business School de Costa Rica.

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