Cuando un arancel no basta - China, el comercio y la corrección del mercado

En una era donde las grandes potencias económicas juegan al “sándwich comercial”, el episodio de los aranceles que Estados Unidos impuso sobre bienes chinos bajo la era Trump se convierte en un laboratorio perfecto para observar cómo los mercados buscan restaurar el equilibrio ante medidas proteccionistas. Cuando Estados Unidos elevó barreras arancelarias para productos chinos, la expectativa era reducir el flujo de importaciones desde China. Pero lo que sucedió —y pasa frecuentemente frente a medidas de este tipo— fue que China no solo resistió, sino que redirigió flujos, diversificó destinos y reconfiguró su perfil exportador.

De acuerdo con fDi Intelligence, en los primeros nueve meses de 2025, las exportaciones chinas hacia EE.UU. descendieron un 16,9% interanual, alcanzando $317 mil millones, lo que representó apenas el 11,4% del total exportado por China. Sin embargo, el total de exportaciones chinas globales creció 6,2% a $2,78 billones en el mismo período, impulsado por un crecimiento del 10% en los mercados distintos a EE.UU. Este es el primer indicio de que los mercados actúan como mecanismos de corrección: cuando el acceso a un destino queda encarecido, el exportador redirige capacidad hacia otros destinos.

Por ejemplo, las exportaciones de China al bloque de la ASEAN subieron 14,8% interanual a $488 mil millones en ese período. Asimismo, hacia la Unión Europea crecieron 8,3% hasta $415 mil millones. Sudamérica, África y los países del Gulf Cooperation Council también registraron incrementos. En ese juego de desplazamiento, China muestra que la barrera tarifaria no detiene un flujo exportador, sino que lo reorienta.

El mecanismo de corrección de mercado en acción

¿Por qué sucede esta deriva hacia otros destinos? Porque el sistema internacional —las empresas, los compradores, las cadenas de suministro— busca continuamente optimizar entre costo, acceso y riesgo. Una barrera impositiva en un destino clave encarece ese acceso, reduce márgenes y acelera la búsqueda de nuevas rutas. En lugar de esperar a que la barrera desaparezca, los exportadores actúan. Eso es mercado en estado puro: resiliencia, adaptabilidad y búsqueda de arbitrio.

En este caso, China ya había iniciado una estrategia de “des-riesgo” del mercado estadounidense en los últimos siete años. Cuando los aranceles alcanzaron su punto máximo, ese plan entró en fase efectiva: diversificación hacia Asia-Pacífico, Europa, África y Latinoamérica. Según los analistas, el comercio está funcionando mejor de lo esperado, y no está claro por qué aún en el sentido de que la desviación ya está tan avanzada que el patrón tradicional entre EE.UU.–China se debilita. 

Este desplazamiento cumple una doble función: mitigar el efecto arancelario y, simultáneamente, aproximarse a mercados menos vigilados o menos expuestos al conflicto geopolítico. En otras palabras, China no esperó que se levantaran los aranceles. Actuó. Eso es exactamente lo que hace un mercado cuando enfrenta una distorsión: encontrar el camino alternativo, restablecer el flujo, recuperar competitividad.

Medidas proteccionistas y contra productividad estructural

Las barreras arancelarias tienen un efecto claro: encarecen los costos para el exportador que quiere entrar al destino, aumentan los precios para el importador y pueden derivar en menor volumen. Pero lo que no siempre se considera es que el exportador puede perder ese destino pero ganar otros, alterando el mapa de comercio global y afectando a terceros países. Y en ese ajuste, el mercado corrige.

Por ejemplo, el hecho de que la cuota de EE.UU. en las exportaciones chinas haya bajado al 11,4% del total (desde niveles superiores) demuestra que China ya no depende tanto de EE.UU. como socio exportador. Para EE.UU., esto implica que la medida de arancel pudo haber tenido un efecto simbólico y político, pero limitado en términos de recorte real de la capacidad exportadora china en el mediano plazo.

En verdad, el proteccionismo funciona a corto plazo como un obstáculo, pero si el exportador domina la escala, la tecnología y la red global —como es el caso de China—, puede simplemente redirigir. Esa redirección implica reconfigurar rutas logísticas, reinventar asociaciones comerciales, adaptar productos a nuevas regulaciones e incluso aceptar menores márgenes para conservar cuota global. Pero lo hace, y lo hace rápido.

Implicaciones para otros países y para la IED

Este fenómeno tiene implicaciones profundas para el análisis de la inversión extranjera directa (IED) y la estrategia de países emergentes. En primer lugar, los países que ingresan como destinos alternativos pueden capturar inmovilizado exportador: capacidad productiva y logística que China desvía hacia otros mercados. Esa es una oportunidad estratégica para regiones como Centroamérica, América del Sur o el sudeste asiático, que pueden convertirse en plataformas de redistribución de manufactura y exportación china.

En segundo lugar, los inversionistas globales que estudian cadenas de valor deben entender que los costos de acceso no solo están en aranceles sino en riesgo geopolítico y dependencia de un solo mercado. China demuestra que diversificar no es solo buena práctica: es supervivencia. Para países que desean atraer IED, esto significa posicionarse como puentes hacia redes globales de comercio que buscan alternativos a EE.UU./Europa.

Finalmente, el mecanismo correctivo del mercado implica que las barreras no crean mercados cerrados indefinidamente, sino que pueden redirigir flujos hacia países capaces de absorber esa capacidad con competitividad. Y ahí es donde la política de atracción de IED debe ser astuta: ofrecer infraestructura, firmeza institucional, incentivos regulatorios y logística conectada a redes globales que aprovechen esa reorientación.

Lecciones estratégicas para Costa Rica y América Latina

Desde el prisma de un país como Costa Rica, el comportamiento chino-exportador frente a los aranceles de EE.UU. abre dos líneas de acción claras:

  1. Ubicarse como destino alternativo y complementario a China: Si China busca nuevos mercados, Costa Rica puede posicionarse como “puente de calidad” para las exportaciones chinas hacia América Latina o el mercado UE, canalizando este flujo mediante zonas francas, logística eficiente, estabilidad institucional y sostenibilidad como plus competitivo.

  2. Convertirse en nodo de des-riesgo para empresas globales: Las compañías que temen la «dependencia de China–EE.UU.» están buscando diversificar. Costa Rica puede ofrecerles la opción de “resetear” esa dependencia, mediante inversiones en manufactura, procesamiento de insumos o exportación hacia otros destinos, bajo marcos regulatorios predecibles y responsables.

En definitiva, mientras algunos celebran los aranceles como muros protectores, el mercado global se mueve detrás de esas barreras y encuentra rutas alternativas. Y los países que saben leer ese comportamiento se colocan en la vanguardia de la atracción de IED. China no fue detenida; fue redirigida. Y eso es exactamente la lección para quien quiere jugar en el tablero global: no solo competir por volumen o costo, sino por posición, conectividad y capacidad de absorción de flujos reemergentes.

Epílogo

Cuando se enfrentan aranceles, el mercado no se paraliza: se recalibra. En ese proceso, China está construyendo nuevas rutas de comercio, nuevas alianzas y nuevos mercados. Lo que para algunos era una medida de contención hoy es un experimento de resiliencia global. Para países que entienden este fenómeno, la pregunta deja de ser ¿cómo me protejo? y se convierte en ¿cómo me convierto en esa nueva ruta del comercio mundial? Como siempre, no es el arancel lo que define el juego: es la reacción del mercado ante él. Y hoy más que nunca, ese mercado tiene herramientas para rediseñar su mapa geoeconómico.

Sandro Zolezzi

Chileno-Costarricense. Ingeniero Civil-Industrial con énfasis en optimización de recursos de la Universidad de Chile, con una Maestría en Administración de Negocios con énfasis en economía y finanzas del INCAE Business School de Costa Rica.

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