IED 2026: una nueva cartografía global — y por qué Costa Rica no puede quedarse en casa
El mundo de la inversión extranjera directa (IED) acaba de recibir un diagnóstico claro: los megaciclos de capital están cambiando. En su más reciente 2026 FDI Outlook, fDi Intelligence encuesta a 101 líderes globales de inversión y revela una alerta fundamental: la IED ya no es igual — los factores que la mueven, los riesgos, las prioridades y las exigencias han cambiado. Para América Latina, y particularmente para economías como Costa Rica acostumbradas a atraer proyectos bajo el paradigma clásico (manufactura, incentivos fiscales, zonas francas), esto debe encender todas las alarmas: si no se ajustan las estrategias, corremos el riesgo de seguir recibiendo anuncios — pero perdiendo competitividad real.
Qué dice el 2026 FDI Outlook
Entre los hallazgos destacados:
Los decisores globales identifican como prioridades crecientes la digitalización, la sostenibilidad, las cadenas de valor que integran tecnología avanzada, los servicios intensivos en conocimiento, y una menor tolerancia al riesgo geopolítico.
La selección de destinos para inversión se basará cada vez más en: infraestructura digital confiable, regulación estable, talento especializado, gobernanza clara y atractivo para operaciones globales remotas o semi-globales.
El apetito por grandes plantas industriales está decaído frente a modelos más flexibles: “servicios + tecnología + valor agregado remoto”.
El panorama global se redefine: ya no gana el país más barato, sino el que ofrece un ecosistema técnico-institucional robusto, ágil y orientado al futuro.
Contexto global: menos flujos, más competencia
Los últimos datos refuerzan la tendencia: según el informe 2025 de la UNCTAD, la IED mundial cayó un 11% (el segundo año consecutivo de descenso), evidenciando que la región de oportunidades ya no está garantizada. Esto significa que los capitales productivos globales ya no se desplazan en masa hacia cualquier país que prometa bajos costos. Ahora exigen infraestructura digital, talento, estabilidad y especialización sectorial. América Latina —que históricamente ha competido por costos bajos— se enfrenta a un nuevo tipo de competencia: la de la economía del conocimiento global.
¿Por qué Costa Rica debe revisar su estrategia de IED ya?
Costa Rica ha sido un referente regional: en 2024 fue reconocida por fDi como uno de los países con mejor desempeño en atracción de proyectos greenfield respecto a su tamaño económico. Pero ese título ya no basta para el nuevo mapa global.
1. Cambio de paradigma: de manufactura tradicional a servicios modernos y exportaciones basadas en conocimiento
La era de las zonas francas con mano de obra barata y manufactura ligera está dando paso a una nueva lógica: empresas globales de servicios, tecnología, operaciones remotas, finanzas digitales, I+D, BPO/KPO avanzado, software, IA y plataformas globales de servicios.
Costa Rica debe adaptar su oferta: ya no solo atraer fábricas, sino activar su talento bilingüe, su infraestructura digital y su reputación institucional para ser destino de “servicios para el mundo”, no solo de producción local.
2. Competencia internacional por talento y capacidades digitales
Los líderes globales de IED buscan ahora países con talento calificado en tecnologías emergentes, ciberseguridad, ingeniería, cloud, digitalización. No les alcanza con incentivos fiscales: requieren capital humano robusto.
Costa Rica debe reorientar su estrategia educativa, profesional y de certificaciones técnicas, para formar talento contemporáneo, no solo mano de obra.
3. Infraestructura digital + gobernanza = nuevo motor de atracción
Sin conectividad de alta calidad, data centers, regulación, ciberseguridad, estabilidad regulatoria y procesos ágiles, ningún inversionista global se arriesgará en 2026.
Costa Rica necesita reconvertir sus ventajas históricas (estabilidad, reputación, zonas francas) en infraestructura digital, talento técnico y gobernanza moderna.
4. Convertir IED en exportaciones de servicios modernos, no en dependencia de proyectos grandes
El contexto global será menos generoso para megaproyectos industriales. En cambio, la tendencia apunta a inversiones modulares, escalables, de alto valor agregado, remotas y basadas en talento.
Costa Rica tiene la oportunidad: ya cuenta con un ecosistema probado —proveedores, zonas francas, bilingüismo—, pero debe expandirlo hacia servicios modernos exportables.
Qué debe hacer Costa Rica: recomendaciones estratégicas inmediatas
Basándome en el nuevo 2026 FDI Outlook + las brechas identificadas, propongo los siguientes pasos:
Redefinir la propuesta país: de “Zonas francas + costo competitivo” a “Hub de servicios modernos, talento bilingüe y digital, conectividad e infraestructura 4.0”.
Desarrollar un portafolio focalizado en servicios modernos (software, Fintech, BPO/KPO, cloud, data centers, servicios remotos, servicios profesionales globales).
Invertir en talento y certificaciones globales — alianzas universidad-empresa, bootcamps tecnológicos, inglés técnico, ciberseguridad, data, DevOps, etc.
Modernizar infraestructura digital nacional: data centers, conectividad de última milla, regulación de ciberseguridad, interoperabilidad, gobierno digital.
Fortalecer gobernanza y coordinación institucional para IED + exportaciones + talento + infraestructura: unidad de atracción de IED + servicios + talento + infraestructura.
Promover inversiones modulares y escalables más que megaproyectos de alto riesgo: atraer proyectos globales de servicios, regional hubs, operaciones globales remotas.
Medir y monitorear resultados con indicadores propios de servicios modernos, no solo volumen de inversión, sino empleo calificado, exportaciones de servicios, calidad, innovación.
Conclusión: adaptarse o quedar afuera
El 2026 FDI Outlook advierte un cambio de era. La IED global se redibuja hacia la tecnología, el conocimiento, la adaptabilidad y la resiliencia. Los países que operan bajo lógicas de la década de 1990 ya no son competitivos.
Costa Rica puede y debe reagruparse. Aquí hay una oportunidad histórica: transformar su reputación, su talento, su infraestructura y su estrategia en un ecosistema moderno de servicios globales, no en una maquila del pasado.
Si no lo hace, corre el riesgo de volver a depender de proyectos industriales que ya no llegan —y quedarse afuera del nuevo ciclo mundial de innovación, servicios y capital intangible.
La IED 2026 ya no es un juego de incentivos fiscales: es una carrera por talento, tecnología e institucionalidad. Y Costa Rica está a tiempo.