El verdadero éxito de la inversión extranjera: retener, no solo atraer
En el mundo de la inversión extranjera directa (IED), la mayoría de los titulares celebran anuncios: “nueva empresa abrirá operaciones”, “se generarán 500 empleos”. Pero los anuncios no generan desarrollo; lo que transforma una economía es que la inversión se quede, crezca y se vincule con el tejido local. El verdadero éxito no está en atraer, sino en retener.
Muchos gobiernos miden el éxito por el número de proyectos anunciados. Sin embargo, una inversión que no madura o se retira prematuramente deja más frustración que beneficio. Sin aftercare, los obstáculos operativos, la rotación de talento o los cuellos de botella regulatorios pueden convertir una promesa en desilusión. El aftercare en Inversión Extranjera Directa (IED) consiste en el apoyo continuo que las agencias de promoción ofrecen a empresas extranjeras establecidas, para facilitar su operación, fomentar su expansión y su integración al entorno local, buscando que la inversión se consolide y tenga un impacto económico sostenible.
La experiencia internacional demuestra que la mitad de las inversiones provienen de empresas ya establecidas. Cuando un inversionista siente acompañamiento, vuelve a invertir. Cuando no lo siente, busca otro país.
Un reciente artículo de fDi Intelligence identifica tres fuerzas que están redefiniendo la estrategia de las agencias de promoción de inversiones (APIs):
- Tecnología: industrias como semiconductores o IA evolucionan a una velocidad sin precedentes. Los países que no reaccionan rápido pierden relevancia.
- Geopolítica: la reconfiguración de cadenas de suministro obliga a repensar dónde producir y cómo garantizar resiliencia.
- Escasez de talento: sin capital humano especializado, ningún proyecto logra consolidarse.
Estos factores hacen que el aftercare —la atención posterior a la instalación— ya no sea un servicio opcional, sino una función estratégica.
El aftercare como corazón del ciclo de inversión
El ciclo completo de IED tiene cuatro fases: promoción, atracción, instalación y retención/expansión. La mayoría de los países concentran recursos en las dos primeras. Pero es en la última donde se consolida el impacto económico real: generación sostenida de empleo, transferencia tecnológica, encadenamientos productivos y reinversión.
Un modelo de aftercare moderno debe incluir:
- Gestión proactiva: visitas regulares, diagnóstico de necesidades, soluciones rápidas a obstáculos regulatorios.
- Vinculación local: conectar al inversionista con proveedores, universidades, clusters y programas de innovación.
- Desarrollo de talento: articular alianzas con instituciones educativas para formar perfiles técnicos a la medida.
- Medición: indicadores claros de reinversión, expansión y satisfacción del inversionista.
De la atracción al acompañamiento estratégico
La competencia ya no es solo atraer. El inversionista evalúa la calidad del ecosistema: disponibilidad de talento, infraestructura, conectividad, estabilidad institucional y calidad del servicio gubernamental.
Un país que abandona al inversionista después del anuncio pierde credibilidad. Por el contrario, un aftercare sólido genera confianza, y la confianza se traduce en reinversión.
La realidad de América Latina
En la región, muchas APIs celebran cada anuncio como una victoria política. Pero pocos países miden cuántas empresas aún operan después de cinco años, o cuántas reinvierten. La ausencia de un enfoque estructurado de aftercare provoca:
- Desalineación institucional.
- Burocracia desarticulada.
- Falta de diálogo temprano con el inversionista.
Aftercare y competitividad sistémica
Estudios del Banco Mundial y la OCDE muestran que los países con programas de aftercare institucionalizados logran:
- Aumentar las reinversiones en 20–30%
- Mejorar la retención de proyectos
- Acelerar encadenamientos locales
- Reducir cierres prematuros
El aftercare es una política de competitividad, no solo de atención al cliente.
Un cambio de paradigma: de receptor a socio estratégico
Los inversionistas no buscan un país que solo los reciba, sino un socio que los acompañe. Un aftercare de nueva generación debe anticipar necesidades, crear comunidades empresariales y ofrecer un customer success program.
En esta nueva visión, la API deja de ser promotora y se convierte en gestora de relaciones estratégicas.
El caso costarricense: logros y desafíos
Costa Rica ha sido reconocida por su modelo exitoso de atracción, pero enfrenta el reto de fortalecer su retención.
Empresas emblemáticas como Abbott o Boston Scientific permanecen y crecen gracias a un ecosistema sólido, pero muchas pymes exportadoras enfrentan dificultades de burocracia, costos logísticos o escasez de talento. El país necesita un sistema nacional de aftercare que involucre a PROCOMER, CINDE, MEIC, MICITT, MOPT y universidades.
Medir lo que importa
No basta contar anuncios. Los indicadores de éxito deben incluir:
- Tasa de retención a 5 y 10 años
- Volumen de reinversión anual
- Empleos sostenidos y de calidad
- Proveedores locales encadenados
- Satisfacción del inversionista
La métrica final del éxito es simple: cuántas empresas se quedan, crecen y confían en el país.
Conclusión: la permanencia es el verdadero triunfo
El aftercare no es un lujo. Es la piedra angular del desarrollo productivo basado en IED. En un entorno global marcado por incertidumbre, quien cuide mejor a sus inversionistas ganará la próxima década.
Atraer es importante. Retener, imprescindible. Un país que acompaña, escucha y evoluciona junto al inversionista convierte cada proyecto en una historia compartida de crecimiento y confianza.