El poder silencioso de la imitación: por qué el efecto demostración de Krugman sigue definiendo la atracción de IED en América Latina
Publicación mencionada por CRHoy. Link del artículo.
En 1997, Paul Krugman formuló una idea tan simple como revolucionaria: las empresas no invierten en un país solo por sus incentivos, su mano de obra o su costo de capital; también lo hacen porque otras empresas ya lo hicieron. A eso lo llamó efecto demostración: un proceso de imitación racional donde las primeras firmas actúan como pioneras informacionales que reducen la incertidumbre para todas las demás. La teoría rompió con la visión clásica de que la inversión extranjera directa (IED) responde únicamente a variables estructurales. Krugman demostró que, en sectores intensivos en tecnología y conocimiento, la reputación es una forma de capital económico.
Veintiocho años después, la evidencia empírica confirma que Krugman tenía razón.
Costa Rica: cuando Intel se convirtió en política pública
Si América Latina tiene un ejemplo puro del efecto demostración, es Costa Rica.
Cuando Intel llegó en 1997, no solo instaló una planta de ensamble y prueba: instaló un precedente. Validó al país, certificó su talento y su marco institucional, y generó un cambio irreversible en cómo el mundo veía a Costa Rica. Las multinacionales que llegaron después —HP, IBM, Procter & Gamble, Amazon, Roche, Boston Scientific— no vinieron por azar: vinieron porque Intel redujo su incertidumbre, porque demostró que el país funcionaba.
Un estudio que publiqué en 2020 utilizando métodos de control sintético demostró que Intel cambió estructuralmente el PIB, las exportaciones y el perfil laboral del país. Pero el impacto más decisivo fue psicológico: destruyó la percepción de que Costa Rica era demasiado pequeña para jugar en las grandes ligas.
Desde entonces, el país vive un ciclo virtuoso: exportaciones de servicios modernos (SBC) que crecieron más rápido que los bienes, sofisticación del talento humano y una especialización productiva que ningún otro país centroamericano ha logrado replicar a escala.
Pero ese éxito no es eterno. Y ahí está el riesgo.
Panamá: evidencia econométrica que confirma la teoría de Krugman
Mi investigación más reciente—“El efecto demostración de Krugman y la transformación cognitiva de Panamá”—aplica el marco teórico de Krugman al Régimen SEM (Sedes de Empresas Multinacionales) de Panamá. El régimen SEM entró en vigor el 2007 y al 2025 ya hay más de 184 empresas multinacionales operando.
El resultado es contundente:
La probabilidad de que una nueva empresa SEM se instale en Panamá aumenta un 37% cuando el régimen alcanza masa crítica.
Este hallazgo revela tres características fundamentales del efecto demostración:
Es acumulativo: cada empresa reduce la incertidumbre para las siguientes.
Es reputacional: la señal que importa no es el incentivo fiscal, sino que otras firmas ya probaron el modelo.
Es autocatalítico: el pasado explica el futuro; las entradas en el año anterior aumentan la probabilidad de entrada en el año en curso.
En otras palabras: la reputación se convierte en el principal motor de atracción de IED en servicios modernos (SBC).
Panamá, sin proponérselo explícitamente, creó un producto reputacional. Su régimen SEM funciona como una plataforma de confianza donde la imitación racional actúa como mecanismo de expansión.
Esto lo convierte en un laboratorio único en América Latina.
El mecanismo invisible detrás del efecto demostración
¿Por qué funciona este efecto? Krugman lo explicó en términos geográficos, pero hoy lo entendemos mejor en términos de información:
1. Las empresas no observan el país, observan a otras empresas.
Buscan señales verificables, no discursos.
2. La primera empresa paga los costos informacionales.
Evalúa riesgo, talento, estabilidad regulatoria. Las demás solo necesitan validar que el modelo operó bien.
3. La política pública puede amplificar o destruir el efecto.
Cuando un país muestra coherencia institucional, el ciclo continúa. Cuando cambia reglas sin claridad, se rompe.
Este mecanismo explica Irlanda (Intel), Costa Rica (Intel), Singapur (HP) y, ahora, Panamá (masa crítica SEM).
Un llamado urgente: Costa Rica no puede vivir de su reputación del pasado
Costa Rica sigue siendo líder regional en servicios modernos; sin embargo, enfrenta un enemigo peligroso: el triunfalismo estático. El país asume que su reputación es suficiente, que la marca Intel es eterna, que las multinacionales seguirán llegando por inercia.
Pero la reputación también tiene depreciación. Los inversionistas globales están reconfigurando decisiones hacia:
hubs digitales ágiles,
clústeres de IA aplicada,
ecosistemas con menor costo-país,
países que actualizan su institucionalidad con rapidez.
Panamá ya compite, República Dominicana está entrando agresivamente y Chile avanza en servicios digitales especializados. La ventana para seguir siendo líder no está garantizada.
Si Costa Rica no renueva su política de atracción de IED con:
métricas modernas,
inteligencia de mercado predictiva,
mecanismos de reputación institucional,
estrategia de casos de éxito vivos y no históricos,
entonces el efecto demostración que la impulsó en los años 90 puede diluirse.
América Latina: una región que no ha entendido la ventaja reputacional
La región suele insistir en incentivos fiscales, zonas francas, misiones comerciales. Todo esto importa, pero no construye reputación.
La reputación se crea con tres mecanismos:
Casos emblemáticos de éxito (Intel, SEM, Globant, Mercado Libre).
Instituciones que no cambian reglas cada dos años.
Medición rigurosa del retorno de la IED, para demostrar impacto real.
Hoy, América Latina vive una paradoja: tiene talento, cercanía a EE.UU., plataformas digitales crecientes—pero carece de confianza verificable.
El efecto demostración podría ser el acelerador más barato y más poderoso para toda la región… si se entiende y se gestiona correctamente.
Panamá enseña una lección clave: la reputación es política industrial
El régimen SEM creció no por incentivos, sino por señales. La econometría muestra que:
reformar el régimen reduce momentáneamente el crecimiento (efecto adaptación),
pero la reputación acumulada sigue siendo el factor con mayor significancia,
y la probabilidad de nuevas entradas se comporta como un bien público reputacional.
Panamá descubrió, quizás sin proponérselo, un concepto fundamental:
La confianza también es exportable.
Y eso, para un país pequeño, lo cambia todo.
El mensaje final: la imitación racional es más poderosa que cualquier incentivo fiscal
Krugman nunca pensó que su teoría sería tan relevante para América Latina. Pero lo es.
Hoy, la región enfrenta el reto de:
competir por servicios modernos (SBC),
atraer talento global,
posicionarse en cadenas digitales,
y diferenciarse en un mundo que ya no premia incentivos, sino coherencia.
El efecto demostración no es solo un modelo económico: es una herramienta estratégica para diseñar políticas públicas inteligentes.
Costa Rica lo vivió. Panamá lo está viviendo. El resto de América Latina aún está a tiempo de aprovecharlo.
Porque, en el fondo, la confianza es la IED más poderosa que existe.