Los efectos de los aranceles en la industria de los semiconductores
En 2024, la industria de semiconductores generó el cuarto valor más grande por capitalización bursátil, después de la alta tecnología, las ciencias de la vida (farmacéutica y biotecnológica) y los medios de comunicación y entretenimiento, según datos de S&P Capital IQ. Los semiconductores sustentan industrias críticas, desde la electrónica de consumo hasta la automotriz, pasando por la industria aeroespacial y de defensa (A&D), y constituyen la base de numerosas tecnologías de seguridad nacional.
Por estas razones, los países han estado explorando recientemente medidas comerciales con aranceles de dos e incluso tres dígitos, así como restricciones a la exportación de materiales. Por ejemplo, el 2 de abril de 2025, Estados Unidos anunció aranceles recíprocos a muchas naciones, incluida China. Durante la escalada posterior de las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, ambas naciones aplicaron aranceles superiores al 100% a los bienes importados. En cuanto a las restricciones a la exportación, China produce alrededor del 95% de galio y germanio, materias primas esenciales para ciertos semiconductores. En diciembre de 2024, China anunció restricciones a la exportación de ambos materiales, lo que aumentó la vulnerabilidad del suministro.
Las tensiones geopolíticas han llevado a las empresas de semiconductores y a los actores del sector de distribución —empresas de servicios de fabricación de productos electrónicos (EMS), fabricantes de equipos originales (OEM) automotriz, de empresas de productos electrónicos de consumo y distribuidores— a diseñar estrategias destinadas a mantener los volúmenes de producción y los márgenes operativos.
En medio de esta volatilidad, la industria de semiconductores está bien posicionada para desempeñar un papel crucial a la hora de ayudar a sus clientes finales a gestionar el impacto de los aranceles en los consumidores finales. Los semiconductores constituyen una parte significativa de la lista de materiales de muchos productos de uso común. Además, los sectores público y privado han priorizado la industria después de que la escasez de chips durante la pandemia pusiera de relieve su papel vital en la mayoría de los productos y tecnologías de los que depende gran parte del mundo.
Un análisis publicado por McKinsey explora cómo los aranceles propuestos podrían afectar a los diferentes actores de la cadena de valor y revela un dilema general al que se enfrenta la industria: absorber los aumentos de costos derivados de los aranceles o trasladarlos a los consumidores finales. Si bien persiste mucha incertidumbre en torno a la implementación real de los aranceles, las empresas que se centran en los fundamentos y realizan una evaluación detallada de sus cadenas de suministro (y las de sus clientes) podrían aumentar su resiliencia y capacidad de respuesta.
Tomemos como ejemplo el smartphone (teléfono inteligente): la mayoría de los chips se fabrican en el este de Asia (por ejemplo, Taiwán) y luego se envían a una planta de ensamblaje y prueba de semiconductores subcontratada (OSAT) para su empaquetado final. Estos chips empaquetados se transportan posteriormente a un proveedor de EMS, a menudo en el este de Asia (como China), donde se ensamblan en placas de circuito impreso y se integran en el ensamblaje final del teléfono. Si el teléfono inteligente procedente de China se envía con su embalaje final a una empresa tecnológica estadounidense, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. le aplicará un impuesto en el puerto de entrada. Para que las empresas determinen mejor la posible exposición arancelaria de su portafolio de productos, pueden desglosar los productos de cada uno de sus principales clientes en subcomponentes, calcular la proporción de costos que representa el contenido semiconductor dentro de cada subcomponente y analizar la ubicación de fabricación del chip. Este ejercicio también puede resaltar las posibles interdependencias entre los demás proveedores de un cliente y el impacto del arancel final en los costos de un producto, lo cual puede afectar la demanda. Por ejemplo, los chips de una sola empresa pueden no aumentar los costos arancelarios de un producto. Si otros proveedores sujetos a aranceles representan una parte sustancial de la lista de materiales de un producto, las ventas del cliente final podrían verse afectadas debido a la demanda cambiante.
Los aranceles sobre componentes semiconductores podrían incrementar los costos de los dispositivos finales, lo que a su vez podría resultar en precios más altos. Además, si los aranceles aumentan los costos de insumos para los fabricantes dentro del país que los aplica, los productos podrían volverse menos competitivos, los precios generales del mercado podrían subir y la demanda de productos finales podría verse afectada. De igual manera, si los aranceles finalmente resultaran en escasez de materiales necesarios, las restricciones en la cadena de suministro podrían limitar la producción manufacturera general.
En cada mercado final (o categoría de producto), el aumento de los costos minoristas puede modificar la demanda del consumidor. En los productos analizados en el estudio de McKinsey, la elasticidad de la demanda influye significativamente en si el consumidor absorberá la carga de los precios más altos o si el productor y el minorista tendrán que sacrificar margen para mantener el precio minorista. Por ejemplo, incluso un aumento de unos pocos cientos de dólares en el precio de venta al público de un smartphone (sin añadir mejoras de rendimiento adicionales) puede hacer que los consumidores reconsideren o pospongan su compra, lo que reduce los ingresos de los fabricantes. Sin embargo, en el caso de los smartphones de gama alta y otros dispositivos tecnológicos de consumo premium, la lealtad a la marca y el deseo del consumidor de contar con funciones de vanguardia suelen superar las preocupaciones por el precio, lo que podría generar una demanda sostenida a pesar del aumento de los costos. El aumento de precios de productos esenciales para las operaciones comerciales, como los servidores de centros de datos, podría obligar a las empresas a priorizar el rendimiento y la fiabilidad a pesar de las fluctuaciones de precios.
Finalmente, el estudio propone tres estrategias para enfrentar estos aranceles: absorber o trasladar los costos arancelarios a los consumidores finales, reconfigurar la cadena de suministro y las carteras de clientes, e intensificar los esfuerzos en asuntos gubernamentales para convertirse en un socio de “pensamiento” para planificar en conjunto estrategias futuras. En cualquier caso, vivimos en un entorno muy dinámico, y es probable que los aranceles sigan evolucionando. Si bien podemos esperar ver resultados en un plazo de seis a doce meses, los ejecutivos deberían considerar cómo desenvolverse en este panorama dinámico mientras tanto. Además, otros actores podrían postergar decisiones estratégicas importantes hasta que el entorno se estabilice. En tiempos de incertidumbre, la planificación proactiva puede marcar la diferencia entre que las empresas obtengan una ventaja competitiva o se vean sorprendidas.