2030: La prueba de fuego de la transición renovable — solar, viento y la nueva arquitectura del poder eléctrico
El punto de partida: 2023 como año del cambio
La International Energy Agency (IEA) estima que en 2023 las energías renovables representaban cerca del 30% de la generación eléctrica global. En su reporte Renewables 2024 se proyecta que esa participación crecerá hasta aproximadamente 46% en 2030 bajo las políticas actuales. Es decir: en menos de siete años el mundo añadirá +16 p.p. de su generación eléctrica actual como renovable, un salto veloz, pero también lleno de desafíos.
La clave: la capacidad renovable global debe crecer 2,7 veces entre hoy y 2030. En este proceso, la solar fotovoltaica (PV) y la eólica (onshore + offshore) constituyen 95% de la nueva capacidad añadida hasta 2030. Y más aún: la solar PV representará alrededor de 80% de ese crecimiento neto de capacidad renovable. Este escenario ya habla de una transformación estructural, no solo ambiental, sino geopolítica y económica.
Distribución geográfica del empuje renovable: China, UE, EE.UU. y la región latinoamericana
China
China domina el mapa: se espera que aporte cerca del 60% de toda la nueva capacidad renovable mundial entre 2024-2030. Ese liderazgo se explica por su industria solar PV integrada, por políticas internas de expansión rápida y por la escala de red que otros apenas comienzan. Resultado: China no solo captará inversión y tecnología, sino que definirá el precio mundial de los módulos solares, la cadena de suministro global y el ritmo de la transición. En este sentido, en 2030 China será más que un participante: será el estándar global.
Unión Europea
La Unión Europea continúa su transición acelerada, pero enfrenta cuellos de botella —infraestructura de red, almacenamiento, normativa. Según la IEA, la UE está entre los mercados de crecimiento más grandes, pero no al mismo ritmo que China. Para 2030, la UE deberá asegurar que su porcentaje de generación renovable esté alineado con la estimación global (aprox. 46%). Pero lo que distingue a Europa no es solo el volumen, sino la integración de renovables con electrificación, industrias de servicios modernos (centros de datos, IA) y cadenas de valor de alto nivel: allí está su ventaja competitiva futura.
Estados Unidos
EE.UU. avanzará, pero desde una base cada vez más cercana a sus límites de fácil expansión renovable. Las políticas de incentivos (IRA, etc.) están movilizando inversión solar, eólica y almacenamiento. Pero EE.UU. también debe enfrentar la estabilidad de la red, la obsolescencia de infraestructuras de combustibles fósiles y la competencia internacional, particularmente con China. La IEA señala que el ritmo de adición anual global de renovables pasará de 666 GW en 2024 a casi 935 GW en 2030. Esto implica que EE.UU. debe movilizar una parte de ese incremento, pero probablemente menor que China y no tan rápido como la UE si quiere evitar cuellos de botella.
América Latina
La región latinoamericana aporta menos al volumen global, pero tiene potencial estratégico. La IEA estima que en 2024-2030 la región añadirá más de 190 GW de nueva capacidad renovable, donde el 72% será solar PV, 19% eólica y 5% hidráulica. Esto le da a América Latina una oportunidad de salto expansivo: precio de energía renovable competitivo, abundancia de recursos solares y eólicos, y margen de mejora regulatoria. Pero también vive una paradoja: pese al gran potencial, la región aún enfrenta barreras de inversión, redes, almacenamiento y financiamiento. En 2030, podríamos estimar que la generación renovable en electricidad en la región supere el 50% en países líderes (Chile, Brasil, México) y se aproxime al 40% en promedio regional, aunque el promedio global será 46%. Esto sugiere que ciertos países latinoamericanos podrían estar por encima del promedio global, si se implementan políticas efectivas.
Proyección de la participación por tipo de fuente renovable hacia 2030
Dado que la IEA proyecta que las renovables llegarán al 46% de la generación eléctrica global en 2030 (desde 30% en 2023) y que solar + viento constituyen la mayor parte del crecimiento, podemos estimar una posible distribución por fuente de energía para 2030. Esta estimación es una derivación analítica basada en los datos disponibles:
Supongamos que en 2023: solar PV 10%, eólica 8%, hidráulica y otras 12% (sumadas 30%).
Dado que se estima que solar + viento concentran 95% del crecimiento incremental, podríamos proyectar para 2030 algo como: solar PV 22%, eólica 18%, hidráulica y otras 6%, sumando 46%.
Esta proyección implica que:
La solar PV más que duplica su participación relativa (aprox. +12 p.p.).
La eólica también se duplica (+10 p.p.).
Otras fuentes renovables mantienen o incluso retroceden levemente en porcentaje relativo debido al crecimiento más lento y menor atención de políticas.
En valor absoluto, la IEA proyecta 17.000 TWh de generación renovable en 2030 —casi un 90% más que en 2023.
Para China, la UE, EE.UU. y América Latina esto significará diferentes trayectorias:
China: solar PV podría alcanzar 25-30% de su generación eléctrica total para 2030, con viento cercano al 15-20%.
UE: solar 20-22%, viento 20-24% dadas las condiciones geográficas.
EE.UU.: solar 18-20%, viento 17-18%.
América Latina (países líderes): solar 25-30% (países con alta irradiación), viento 10-15%.
Estas cifras disruptivas sugieren que la generación eléctrica global será dominada por solar + viento, y las demás renovables (hidro, geotérmica, biomasa) pasarán de ser pilares centrales a elementos complementarios.
Impactos estructurales: más allá de la generación eléctrica
El cambio en la matriz eléctrica impacta múltiples dimensiones:
Industria y servicios modernos: Infraestructura renovable barata permite que industrias intensivas en energía (IA, centros de datos, fabricación avanzada) migren hacia regiones con abundancia renovable. China y América Latina se perfilan como capitales de esta nueva industria.
Geopolítica del recurso energético: Mientras el siglo XX giró en torno al control del petróleo, el siglo XXI girará en torno al control del litio, el silicio (para PV), las cadenas de barras de transmisión y el almacenamiento.
Calidad de vida y equidad energética: En los países en desarrollo una mayor generación renovable contribuye a la electrificación, reducción de costos y mejora de la resiliencia frente al cambio climático.
Finanzas y economía del capital: La caída del costo de la solar PV, combinada con regulaciones más limpias, convierte a la energía renovable en el activo de infraestructura más atractivo.
‐ La IEA señala que los nuevos proyectos renovables ya en muchos países son más baratos que nuevas centrales de combustibles fósiles.
Riesgos, barreras y lo que debe atenderse con urgencia
Aunque el panorama es prometedor, el informe también alerta que no se alcanzará el objetivo de triplicar la capacidad renovable para 2030. Entre las barreras más críticas están:
Integración de incrementos de generación variable (solar y viento) en redes antiguas.
Almacenamiento insuficiente: la capacidad global de baterías debe multiplicarse varias veces para absorber los picos.
Escasez de materiales críticos (silicio, litio, cobre) y cuellos de botella en la cadena de suministro.
Financiamiento: países en desarrollo que hoy aún dependen fuertemente de deuda externa deben cambiar hacia modelos de inversión privada renovable.
Regulación, permisos y políticas estancadas: incluso con tecnología barata, sin marco claro el despliegue se frena.
Recomendaciones disruptivas para los sistemas eléctricos y los decisores públicos
Priorizar solar + almacenamiento como eje central del nuevo sistema eléctrico global: concentrar incentivos allí, dado que representan 80% del crecimiento.
Diseñar estrategias de atracción de inversiones renovables en regiones emergentes —especialmente América Latina— para capturar manufactura PV, parques eólicos y exportación de energía limpia.
Promover acuerdos bilaterales de energía renovable: por ejemplo China-América Latina, UE-América Latina, EE.UU.-Asociación de países solares, donde tecnología, capital y recursos se combinen.
Reformar regulación de redes para gestión de gran escala de renovables y almacenamiento, con estándares de interconexión, estabilidad y flexibilidad.
Monitorear indicadores clave: porcentaje de generación renovable, costo nivelado de electricidad renovable (LCOE), almacenamiento por gigavatio instalado, intensidad de carbono de la electricidad.
Conclusión: el futuro ya se está escribiendo
Estamos entrando en una nueva era eléctrica donde el sol y el viento no son complementos, sino los ejes centrales de la generación global. Para 2030, la meta de 46% de electricidad renovable podría quedarse corta si las políticas se demoran, pero incluso ese logro implicará una revolución. China será el epicentro del crecimiento, la UE lo elegirá para consolidar su transición y EE.UU. luchará por mantenerse competitivo. América Latina tiene la ventana de oportunidad para convertirse en hub renovable mundial y exportador de energía limpia, inversión y manufactura. El punto de inflexión no es la tecnología: ya está madura. La clave es institucional, financiera y regulatoria. Y, como todo gran cambio, no será la suma de inversiones la que defina quién gana, sino la velocidad y coherencia estratégica.